Crítica, rebeldía y sarcasmo
La irreverencia de una viñeta narra de manera más concreta y sentida lo que sucede a una sociedad entera. Valiéndose del humor la idea llega más rápido, dándole al lector un bocado de realidad endulzado con humor, para que sea más fácil de pasar y comprender, pero sin quitarle su sentido ni esencia.
Hay quienes creen que por ser breve y tener como herramienta a la sátira y la exageración, el humor gráfico es un arte menor. ¡Qué equivocados están! Una buena caricatura puede tener incluso más peso que un extenso editorial.
Condensar la actualidad en uno o pocos recuadros que resalten las contradicciones de una nación y evidencien sus fisuras sociales requiere no sólo de arte sino de un gran poder de síntesis y conocimiento de lo que ocurre en el país.
Cuando no es un fino bisturí de crítica, el humor gráfico -por lo menos- le toma el pulso a un pueblo, mostrando, de una manera u otra, sus taras tal como si de un espejo se tratara. En nuestro país, lleva esa chispa echando luz a rincones obscuros de la política y de nuestra sociedad, donde a veces no se quiere que se vea, exponiendo lo que nos pasa y lo que somos.
El ejemplo más antiguo lo podemos ubicar en el año 1873 con Fragata sospechosa a la vista, el relato de un amorío con “final feliz”, publicado en el semanario Don Quijote. Asimismo, en 1874, el norteamericano León Williez vendía una serie de caricaturas de los presidentes Castilla y Echenique en el portal de Botoneros, en Lima, a las que llamó “Adefesios”. A modo de firma Williez colocaba a un lado el dibujo de un chinito.
Puede ser profética
En 1874 la caricatura peruana lo fue. El tabloide La Mascarada, publicaba una caricatura titulada “El último día de César” que resultó ser un tenebroso anticipo del asesinato del presidente Manuel Pardo. La policía se vio en la necesidad de interrogar al editor quien aseguró no tener relación con el hecho.
Tener un poco de todo
Con el humor desde la carátula, su sección cómica “Chirigotas” y su producción literaria la revista Variedades se aseguró un fuerte atractivo entre la lectoría de inicios del siglo XX. Dirigida por Clemente Palma, vio la luz en 1908 y hasta 1832 no dejó de ser una fuente de actualidad, hilaridad, noticias internacionales y crítica. Para muestra este botón: en la imagen un agotado Augusto B. Leguía carga a un moribundo “presupuesto” con un rostro muy similar al del expresidente Piérola.
Protagonista de más de un siglo
En 1908 Monos y Monadas nace de la mano de Leonidas Yeorvi para sacarle la lengua a la sociedad de sus tiempos. Su presencia intermitente a lo largo de más de 100 años ha traído más de una carcajada para lectores y dolores de cabeza a presidentes. Fue relanzada en 1978 por Nicolás Yerovi, nieto de su fundador, y, con su humor ácido, ha tratado de corroer el óxido en los tornillos de más de un gobernante. Entre idas y venidas a lo largo del tiempo le dio duro a personajes de la talla de Morales Bermúdez, ridiculizó a Fujimori y se rio de García.
Roedor consciente
Muy distinto a los lindos animalitos de Disney, El Cuy, del caricaturista Juan Acevedo, tiene los genitales al aire y posee conciencia de clase desde 1979, año en que hizo su aparición en el diario La Calle. Es casi una contraparte del famoso ratón de la trasnacional norteamericana de entretenimiento. Este peruanísimo roedor reflexivo, que cuestiona la sociedad con una visión no muy esperanzadora, es uno de los personajes de historietas peruanas más reconocidos a nivel mundial y ha sido el protagonista de un sinnúmero de historietas y libros.
Carlín es una rata
Es el título de uno de los libros publicados por el caricaturista Carlos Tovar (Carlín), y él se empeña en hacerle honor. Ha inmortalizado con su afilada pluma durante los últimos 40 años a figuras públicas y a la sociedad, resaltando lo que haga falta para ponerlos en evidencia. Su obra inició en Monos y Monadas y sigue tan vigente como siempre, publicando sus Carlincaturas en el diario La República.
Heduardo. Sí, con H
Eduardo Rodríguez es uno de los más prolíficos humoristas gráficos que ha dado el Perú. Desde la década de los 70 no ha parado de ahogar en su tinta a políticos y figuras de actualidad con sus trazos irreverentes. Sus célebres Heduardicidios son siempre la radiografía del momento, una que desnuda más de lo que sus caricaturizados quisieran. Muchos recurren a sus viñetas para conocer el acontecer nacional.
Dando la contra
En 1987 se lanza la revista ¡SÍ! con su original suplemento de humor ¡NO!, dirigido por Juan Acevedo y Fedor Larco. Reunió a redactores como Guillermo Guiacosa, Maria Zollner, Rafo León y Beto Ortiz, entre otros; que hicieron de esta publicación un faro que apuntaba con humor negro sobre la coyuntura política y mostraba la violencia de esos años. Tuvo personajes como La Araña No, y su existencialista cotidianeidad; los hermanos Caín y Abel, de los cuales uno era un modelo de hijo conservador y aniñado en tanto que el otro era un rockero subte y rebelde; y El Cuy en este nuevo hogar protagonizaba viajes en el tiempo.
No pague más de S/. 0 (Nica, nica, nica)
Crash Boom Zap fue un “Fanzine tercermundista de sonido impreso y costo cero dedicado a la maldita sobrevivencia”, como ellos mismos se autodenominaban, avocados a la cultura urbana cuyo número cero llegó a la escena en abril de 1998. Sus carátulas eran recargadas, con dibujos de trazos gruesos, exaltadas y con una fuerte fobia al sistema. Esta publicación gratuita llevaba, sin límites ni censura, el sentir de una generación que buscaba un medio alternativo lejos de lo que daba la prensa, radio y televisión de aquel entonces y difundía bandas de rock que difícilmente llegarías a escuchar en la radio “payola” y oficial. Allí se hablaba de agrupaciones como Histeria Kolectiva, La Raza, QEPD Carreño, Leuzemia, la Pura Purita, Rafo Raez, La Sarita, entre otras y se retrataba con humor grotesco el día a día del país. Esta aventura era dirigida por el conocido ilustrador Cherman Kino Ganoza.
A de anarquía
Álvaro Portales es uno de los ilustradores connotados de nuestra nación cuyas primeras publicaciones llegaron a través de la revista de humor CHESU y el diario El Mañanero en los 90. Su obra, a la que él prefiere llamar opinión gráfica, ha sido expuesta en diversas ciudades del país por considerársele referente de la crítica política y social. Su estilo grotesco y frontal se hizo aún más célebre luego del infausto error del diario El Peruano al colocar el ‘poto-logo’ de la ONPE en la sección Normas Legales en el año 2016.
Come rico, duerme bien e hinca como ninguno
Ese es el lema de El Otorongo, suplemento de humor político del periódico Peru21, que nace en 2007 tomando su nombre de la tristemente célebre frase “otorongo no come otorongo”, que un padre de la patria pronunciara pocos años antes. Todos los viernes regresa adjunto al diario que lo acoge trayendo su cuota de crítica social para despertarle los sentidos al lector hincando sus dientes en la política de la nación.